El organismo que regula la reproducción asistida en Reino Unido, la Autoridad sobre Fertilización Humana y Embriología (HFEA) ha iniciado en su web una consulta no vinculante sobre una controvertida técnica de reproducción asistida, la posibilidad de crear embriones con material genético de tres personas: los padres del niño y una mujer que donaría sus ovocitos.
El fin de estos embriones «de tres padres» es conseguir que parejas que pueden transmitir enfermedades mitocondriales a sus hijos puedan tener descendencia sin peligro de que esto ocurra. Este tipo de patologías, como el síndrome de Kearns-sayre, se transmiten a través del ADN mitocondrial de la madre, por lo que la solución para evitarlo sería retirar la mitocondria materna del futuro embrión, algo que hasta hace muy poco sonaba a ciencia ficción pura.
No obstante, en 2008 científicos de la Universidad de Newcastle (Reino Unido) demostraron que esto era posible mediante dos procedimientos factibles en laboratorio. Sin embargo, los embriones resultantes de dichas modificaciones nunca se han podido implantar en el útero de una mujer, ya que está prohibido por la Ley de Reproducción Asistida británica. La modificación de esta Ley, uno de cuyos pasos es la consulta popular que empezó ayer, implicaría que la técnica se pudiera ensayar en humanos, lo que ha abierto la puerta a la polémica por la posibilidad de crear hijos de tres padres.
Miguel del Campo, genetista del Vall d’Hebron Instituto de Investigación (VHIR) Barcelona, hace un llamamiento contra el sensacionalismo y critica esta denominación. «No se trata en mi opinión de una modificación genética, en el sentido de que no se alteran artificialmente los genes, solo se utiliza una pequeña porción de un óvulo de donante, el citoplasma, que sustituye al de la mujer enferma y transmisora. Decir que eso convierte al embrión en hijo de tres padres es sensacionalista y un tanto absurdo; aunque es verdad que habría material genético de tres personas en el futuro embrión, la fracción mitocondrial correspondería a mucho menos del 1% del total», puntualiza.
Enfermedades sin cura
Desde que se descubrieron las técnicas, la HFEA no ha descansado. La mayoría de las enfermedades mitocondriales no tienen cura y algunas son muy graves. «Las enfermedades del ADN mitocondrial eran las únicas para las cuales no podíamos aún hacer ninguna prevención con opciones reproductivas y esto es un buen avance para evitarlas; son graves, invalidantes, crónicas y, en ocasiones, mortales», apunta del Campo.
Esta sería la única solución tanto para afectados por la enfermedad que quieran tener hijos como para padres que, sin saberlo, hayan dado a luz a un hijo enfermo y quieran evitar repetirlo en un segundo hermano, pero algunos expertos reaccionan con cautela. «Sin duda es algo que tiene un potencial tremendo», señala el responsable del laboratorio de fecundación in vitro de la Clínica Eugin, Albert Obradors, «pero es un tema muy complicado, unas técnicas muy agresivas que hoy por hoy tienen poca eficiencia». El experto se refiere a los experimentos realizados con primates y ratones. En estos últimos, sólo el 20% de los embriones a los que se había transferido la mitocondria, lograron ser fecundados.
El Ministerio de Sanidad británico encargó a la HFEA un informe sobre la viabilidad científica de las nuevas técnicas en febrero de 2011, cuyas conclusiones se hicieron públicas en abril del mismo año.
En dicho documento se dejaba en primer lugar claro que la técnica que pueden utilizar actualmente los padres transmisores de enfermedades para evitar pasárselas a su descendencia, el diagnóstico genético preimplantacional (DGP), «reduce pero no elimina» el riesgo de transmisión y no es válido para todas las enfermedades de este tipo.
A continuación, pasaba a evaluar los dos nuevos procedimientos, llamados transferencia del huso mitótico maternal y transferencia pronuclear. En el primero, los investigadores extraen los ovocitos de la madre, retiran el núcleo de uno de ellos y lo insertan en el ovocito de la donante, al que previamente habrán retirado el núcleo celular. A continuación, fecundan el ovocito resultante con los espermatozoides del padre, como si de una fecundación in vitro (FIV) normal se tratara.
El segundo se lleva a cabo en una etapa algo más tardía de la reproducción. Cuando se crea un embrión fruto de la FIV, este tiene dos pronúcleos, uno proveniente del ovocito y otro del espermatozoide, rodeados de la mitocondria. Lo que se haría en la transferencia pronuclear es retirar dichos pronúcleos e insertarlos en un embrión sano al que se retirarían sus propios pronúcleos.
Los autores del informe concluyeron que ambas técnicas eran «potencialmente útiles para un grupo específico y definido de pacientes cuya descendencia podría tener enfermedades genéticas graves o letales y que no tendría otras opciones para tener hijos con sus propios genes».
Sin embargo, el documento reconocía que «como en cualquier área de la medicina, moverse de la investigación a la práctica clínica siempre lleva implícito un cierto grado de incertidumbre». A pesar de ellos, los autores concluían que «la evidencia científica de la que se dispone en la actualidad no sugiere que las técnicas no sean seguras«, aunque pedían un «enfoque cautelar» a la hora de llevarlas a la práctica.
«No sabemos qué efectos puede tener en el neonato», comenta Obradors, que recuerda el caso de la oveja Dolly, fruto de la transferencia pronuclear, que nació sin problemas y luego sufrió envejecimiento prematuro, sin que nadie sospechara que fuera a ocurrir esto.
Además de la complejidad genética, la utilización de técnicas para crear los llamados embriones de tres padres tiene un fuerte componente ético. ¿Se podría decir que la donante del ovocito ‘vacio’ es madre del niño?
Precisamente para responder a esta pregunta, la HFEA encargó otro informe, en este caso al >Consejo de Bioética de Nuffield, un organismo independiente que asesora sobre la vertiente ética de diversos proyectos. El documento se publicó en junio y, de nuevo, las conclusiones fueron positivas para la investigación.
El último paso para que se empiecen a aplicar en humanos (en ensayos clínicos muy controlados que tendrían que ser autorizados por las autoridades sanitarias) es la consulta popular lanzada ayer, en la que cualquier ciudadano (incluso si no británico) puede participar, previo registro.
En la web de la consulta, los internautas pueden acceder a una amplia cantidad de materiales divulgativos, antes de contestar a las preguntas de las que consta, que incluyen aspectos científicos, éticos y sociales.
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